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Camisetas XXL contra la gordafobia.

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Si el sueño de tu madre es tener una hija delgada estás en la tienda adecuada. Tu madre es mi madre. Tu infierno mi infierno. Pasa por favor. Y perdona si me como algunas comas vengo con hambre. ¿Puedo compartir una cosa contigo? No, no es de comer. O sí. 

Entre tú y yo, no trago a las personas que suponen que como mucho y mal; aunque a veces sea cierto. No trago a las personas que me observan en la mesa, ni a las que me miran cuando voy comiendo por la calle ni a las que me contemplan cuando sudo. En general, no trago a las personas que no se ponen en nuestros michelines.

Tampoco trago a las personas que me preguntan si estoy embarazada ni a las que me ceden el asiento en un autobús a menos que me pillen cansada, eso también es verdad.  Ni a las personas que me diagnostican enfermedades, me recetan pastillas, me regalan consejos o me recomiendan dietas mientras se fuman uno detrás de otro.  No trago a las personas que, en respeto, no dan la talla. Y mira que trago.

Tampoco trago a las personas que para no llamarme gorda me llaman gordita, curvy, rellenita y otros eufemismos; sobre todo si van acompañados de un gesto; tú me entiendes. 

Ni a esos directores de cine que solo piensan en actrices gordas para papeles de gordas, gracias Itziar Castro. 

Ni a esas dependientas que me ven entrar en una tienda -porque me ven, estoy gorda- y me miran como diciendo Aquí no cabes. ¿Te ha pasado? ¿No valemos nuestro peso en paciencia?

A las personas que piensan que estar gorda siempre es una elección, no las trago. A las que creen que estar gorda es estar enferma, no las trago. A las que no tienen en cuenta lo que ya pesa estar gorda, tampoco las trago. Y a las que tienen todo el día en la boca el deberías empezar a cuidarte, deberías hacer deporte, deberías ir al médico, deberías deberías deberías en vez de aceptar mi gordura.  Mamá, te quiero mucho pero no te trago. 

En resumen, que te debo tener frita, aunque parezca increíble, no trago a las personas que me hacen sentir pequeña.

Y se lo quería decir. 

Con amor y camisetas.